dimarts, 15 d’octubre del 2013

15 de octubre

Es 15 de octubre, Día Internacional de la Muerte Perinatal y Neonatal. A las 19.00 en cada lugar del mundo se encienden velas en recuerdo a los bebés que murieron durante el embarazo o después del parto, creando así una Ola de Luz Mundial.

Hace algunos años no sabía que este día existía, ni siquiera lo sospechaba. En cambio hoy he leído una decena de textos sobre la muerte gestacional, perinatal y neonatal, los perfiles y muros de mis amigos y amigas en las redes sociales están repletos de lazos azules y rosas, de velas, de fotografías de hermosas mujeres embarazadas o ecografías de bebés que no llegaron a los brazos de sus padres... 

He pasado la tarde leyendo y compartiendo esos textos, contemplando esas fotografías, emocionándome...; eligiendo imágenes para crear un collage y así hacer mi particular ola de luz virtual. He encendido mis propias velas, de florecitas, como no.

A veces me sigue sorprendiendo mi vida... 

Pero esa soy yo. Al fin y al cabo siempre me he implicado en mayor o menos medida en aquello en lo que creía. Ahora creo que es necesario hablar de estos duelos silenciados, hacerlos visibles, porque existen, duelen y necesitamos expresarlos.

Soy mamá de dos niñas preciosas que vivieron durante 20 semanas en mi vientre. Se llaman Júlia y Aina. No pudieron quedarse más tiempo. No podré conocer su sonrisa, ni su llanto, ni si tendrían los ojos de mi abuela, o el pelo ondulado... A veces creo intuir su temperamento, por como se comportaban en mi útero, muy diferente la una de la otra. No podré abrazarlas, ni hacerles cosquillas, ni darles un beso mágico para curar ese golpe en la caída. No podré amamantarlas, ni acunarlas en mis brazos mientras duerman, ni contarles un cuento o cantar una nana. No podré escucharlas llamarme "mamá", ni llamarlas por su nombre para que acudan. No podré llevarlas al parque, al campo, a la playa, descubrir mariposas y hacer hoyos en la arena. No podré conocerlas, no podré verlas crecer...  

Por todo eso y muchísimo más su ausencia me destroza.

Sí, es cierto que he vuelto a sonreír, que he aprendido a vivir sin muchas de esas cosas que hubiera querido tener y no tengo. Soy mamá de manera diferente. He visto a mis hijas en las formas curiosas de las nubes; las he sentido cerrando los ojos y cuando el sol de invierno da en la cara de manera tan agradable; he jugado con ellas cuando el viento sopla o en las olas del mar; he guiñado un ojo a las estrellas para hacer pactos secretos con ellas; las he abrazado y besado a través de su Dou-dou; las he escuchado en muchas canciones hermosas... 

Las amé como a nada en el mundo y así las sigo amando y recordando. 

SIEMPRE, esa es nuestra palabra.

Por y para ellas, Júlia y Aina,
Por y para todos los bebés que se fueron demasiado pronto y sus familias,
Por y para los bebés que, desgraciadamente, seguirán sin llegar a los brazos de sus padres y madres,
Por y para el papá,
Por y para mí,
Enciendo esta luz, hecha con algunas de las velas de estos casi dos años. Como la luz que me envían mis hijas cada día para seguir adelante




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