dissabte, 26 d’octubre del 2013

Mi búsqueda

He hablado mucho sobre el duelo por mis hijas. Pensaba hablar de cómo es el embarazo después de su pérdida en un futuro. Pero he hablado menos de una parte muy importante y muy complicada del proceso: la búsqueda.

Porque estamos en búsqueda, aunque me cueste decirlo. He intentado convencerme de que los bebés deciden cuando venir, que voy a disfrutar de mi vida actual y dejar que me sorprenda. Y creo en ello. Pero hay momentos en los que es complicado y esa manera de ver la vida pasa a ser una imposición. El miedo a obsesionarme con un embarazo ha hecho el efecto contrario y me he obsesionado con dejarme llevar (lo que no siempre es posible, porque las subidas y bajadas del duelo hacen que cambie de opinión contínuamente). Aunque haya elegido una manera de vivir mi vida, porque es la que mejor me va, debo permitirme sentir de manera diferente en otros momentos.

Está siendo un camino muy duro. 

Para empezar, fue difícil decidir que quería intentarlo. Tenía mucho miedo de volver a perder un hijo, a revivir ese dolor intenso, especialmente cuando ya había conseguido la aceptación de la pérdida de mis hijas y una cierta normalidad en mi vida. Renunciar o intentarlo: y la ilusión le ganó al miedo. 

Aprovecho para pedir que dejéis de preguntarme si nos hemos planteado adoptar, como si no conociera esta opción. ¡Todas las formas posibles de maternidad han pasado por mi cabeza en estos 20 meses! Entiendo que no lo hacéis con maldad, pero no ayudáis. Me ha costado mucho llegar a creer que es posible, que puedo llevar un embarazo a término. Con vuestras palabras me hacéis sentir que no confiáis en que ocurra. Quizás estoy especialmente susceptible, pero así es la búsqueda después de dos pérdidas.

Otra parte complicada ha sido aceptar un tiempo en el que mi cuerpo no estaba preparado para un nuevo embarazo. Me lo deja bien claro: alargando mis ciclos menstruales hasta el infinito, dejando de ovular... Necesitaba más tiempo y mi mente se empeñaba en la prisa. Sí, lo sé, necesito conectarlos más, cuerpo y mente: soy una. Aún así tengo derecho a enfadarme porque una parte de mí no funciona como yo quisiera, para luego entenderme y perdonarme. 

Pero "lo malo" también tiene su parte positiva. Ahora que mis ciclos se van regulando, la llegada de la menstruación no es frustrante, sino la esperanza de que algún día llegará el positivo. Sólo es cuestión de tiempo: sigo con el máster en paciencia.

Otra parte positiva es que voy aprendiendo a conocerme mejor. Es increíble lo poco que conocemos las mujeres de nuestro propio cuerpo y de los cambios que va experimentando a lo largo del ciclo menstrual: el moco cervical, el cuello uterino, la temperatura, la sensibilidad en los pechos, el apetito, el deseo sexual, las molestias en ciertas partes del cuerpo... 

Hay algo de lo que estoy muy orgullosa y que además ha evitado que me gastara el sueldo en pruebas de embarazo. Con tantos retrasos he dudado en muchos momentos, pero he aprendido a "meterme dentro de mí" y saberlo con certeza. 

Eso me ha servido para la mayoría de las veces, pero no siempre. Recuerdo un día en concreto que estaba tan fuera de mí que me hice la prueba sin darme cuenta de que tenía una mancha de sangre en las bragas que anunciaba mi menstruación. No sin antes, con calendario en mano, contando 20 semanas, para comprobar que no coincidían con un día 7. 

Hay instantes de desesperación absoluta.

Hay instantes en los que el miedo gana.

Hay instantes en los que no puedo evitar sentir lástima por mí.

Hay instantes en los que olvido que no soy perfecta, ni debo pretenderlo.

Hay instantes en los que debo recordarme que no hay reglas para el duelo.

Una parte importante de la búsqueda son las relaciones sexuales. El papá y yo seguimos con el lema de "cuando nos apetece". Sabéis que no suelo hablar de sus sentimientos por aquí, pero creo que esta vez es necesario. Ha expresado su deseo de no querer sentirse presionado y lo comprendo. Él confía en que llegará, como llegaron nuestras hijas y prefiere la sorpresa, la espontaneidad, en lugar de fechas y horas concretas. Creo que esto ha sido muy positivo para nuestra salud sexual. 

De momento a mí tampoco me está preocupando especialmente. He observado que, de manera innata, mi deseo aumenta en esos días, pero si no los "aprovechamos" tampoco siento que sea una derrota. Me limito a disfrutar, sea el día que sea. Aunque digo "de momento" porque no descarto que un día eso pueda cambiar, que necesite tener un mayor control. Sería normal que así fuera y no puedo juzgarme por ello.

A veces me cuesta separar la ilusión de la obsesión, las ganas del control. Pero voy sobreviviendo como mejor puedo. 

Lo que más me emociona es que, después de todo lo vivido, no me gustaría cerrar los ojos y tener ya un bebé en brazos. Deseo vivir un embarazo, a pesar de los miedos.

Aquí sigo, esperando su llegada. Cuando él o ella quiera.

dimarts, 15 d’octubre del 2013

15 de octubre

Es 15 de octubre, Día Internacional de la Muerte Perinatal y Neonatal. A las 19.00 en cada lugar del mundo se encienden velas en recuerdo a los bebés que murieron durante el embarazo o después del parto, creando así una Ola de Luz Mundial.

Hace algunos años no sabía que este día existía, ni siquiera lo sospechaba. En cambio hoy he leído una decena de textos sobre la muerte gestacional, perinatal y neonatal, los perfiles y muros de mis amigos y amigas en las redes sociales están repletos de lazos azules y rosas, de velas, de fotografías de hermosas mujeres embarazadas o ecografías de bebés que no llegaron a los brazos de sus padres... 

He pasado la tarde leyendo y compartiendo esos textos, contemplando esas fotografías, emocionándome...; eligiendo imágenes para crear un collage y así hacer mi particular ola de luz virtual. He encendido mis propias velas, de florecitas, como no.

A veces me sigue sorprendiendo mi vida... 

Pero esa soy yo. Al fin y al cabo siempre me he implicado en mayor o menos medida en aquello en lo que creía. Ahora creo que es necesario hablar de estos duelos silenciados, hacerlos visibles, porque existen, duelen y necesitamos expresarlos.

Soy mamá de dos niñas preciosas que vivieron durante 20 semanas en mi vientre. Se llaman Júlia y Aina. No pudieron quedarse más tiempo. No podré conocer su sonrisa, ni su llanto, ni si tendrían los ojos de mi abuela, o el pelo ondulado... A veces creo intuir su temperamento, por como se comportaban en mi útero, muy diferente la una de la otra. No podré abrazarlas, ni hacerles cosquillas, ni darles un beso mágico para curar ese golpe en la caída. No podré amamantarlas, ni acunarlas en mis brazos mientras duerman, ni contarles un cuento o cantar una nana. No podré escucharlas llamarme "mamá", ni llamarlas por su nombre para que acudan. No podré llevarlas al parque, al campo, a la playa, descubrir mariposas y hacer hoyos en la arena. No podré conocerlas, no podré verlas crecer...  

Por todo eso y muchísimo más su ausencia me destroza.

Sí, es cierto que he vuelto a sonreír, que he aprendido a vivir sin muchas de esas cosas que hubiera querido tener y no tengo. Soy mamá de manera diferente. He visto a mis hijas en las formas curiosas de las nubes; las he sentido cerrando los ojos y cuando el sol de invierno da en la cara de manera tan agradable; he jugado con ellas cuando el viento sopla o en las olas del mar; he guiñado un ojo a las estrellas para hacer pactos secretos con ellas; las he abrazado y besado a través de su Dou-dou; las he escuchado en muchas canciones hermosas... 

Las amé como a nada en el mundo y así las sigo amando y recordando. 

SIEMPRE, esa es nuestra palabra.

Por y para ellas, Júlia y Aina,
Por y para todos los bebés que se fueron demasiado pronto y sus familias,
Por y para los bebés que, desgraciadamente, seguirán sin llegar a los brazos de sus padres y madres,
Por y para el papá,
Por y para mí,
Enciendo esta luz, hecha con algunas de las velas de estos casi dos años. Como la luz que me envían mis hijas cada día para seguir adelante




dilluns, 7 d’octubre del 2013

Vint-i-cinc i dinou mesos

Estimades,

Aquest 7 necessitava parlar amb vosaltres. Vos torn enyorar com feia temps que no em passava... 

M'he sorprès algunes vegades tocant-me el ventre i he connectat amb vosaltres. Aquell gest espontani que va sorgir des del primer dia que vaig saber que tu, Júlia, havies arribat. Com si fent carícies a la meva panxa et pogués acaronar... 

Encara sóc capaç de recordar just el punt on sempre et sentia, Aina. A la part baixa del ventre, cap a la dreta. Si tanc els ulls i el toc, em sembla que ho torn a sentir... 

Em féreu tan feliç!

He après a viure sense vosaltres, però alguns dies encara em costa. Avui no em conform amb les xerradetes que tenc amb mi mateixa, cap a vosaltres. Als núvols quan és de dia i el vespre a les nostres estrelles, eren meves de petita i ara són vostres. Amb els nostres pactes (recordau?) que es tanquen amb una mitja rialla i una clucada d'ull al cel.

No havia imaginat mai aquesta manera de ser mare. Ni tan sols en sabia ni n'havia llegit. N'he hagut d'aprendre, així com les mares aprenen a ser-ho dels seus fills terrenals. 

I malgrat tot, vull dir-vos GRÀCIES per haver-me triat. 

Vos estim, SEMPRE.

Mamà

divendres, 4 d’octubre del 2013

Retroceder

Hace mucho que no escribo...

Lo he intentado varias veces, pero no salían las palabras. Estaba como en "pause", ni adelante ni atrás. He estado muy activa en otros campos, como mi trabajo. La vuelta al cole, con huelga en educación incluida, ha hecho que esté mas ocupada y con la atención dirigida hacia otros temas. 

Sienta bien esta normalidad, pero me doy cuenta que, de vez en cuando, por muy aceptada que tenga la perdida de mis hijas, necesito volver a mi agujerito y lamer algunas heridas que no han cicatrizado del todo o que se vuelven a abrir.

Necesario no quiere decir fácil. Cuesta volver a las lágrimas, a la tristeza, a la nostalgia... Sentir que la vida se para por unos momentos. También he sentido el hastío, el cansancio, por no poder ver más que muerte donde otr@s ven vida. Suena duro, pero ha sido así. 

He pensado mucho en un nuevo embarazo. Al principio aparece la ilusión pero acabo haciendo un plan de parto para la pérdida. Cuando me anuncian un embarazo no puedo evitar pensar en cuando será el fatal desenlace, en cuando ese bebé se irá y de qué manera voy a poder ayudar a su madre. Me doy cuenta, voy siendo consciente y me recuerdo que no es así, que la mayoría de los bebés nacen y VIVEN.

Intento no juzgarme, no ser dura conmigo misma, entender que es normal, que he pasado por dos experiencias traumáticas y he hecho un gran camino, pero que aún no ha acabado, que seguirá toda mi vida. A veces parece que topo de nuevo con la realidad. ¿Cómo lo explico? Sé que he perdido dos hijas en el útero, lo acepto, pero en ocasiones me sorprende la inmensidad de lo ocurrido, su dureza, lo terrible que es. Es como si la mayoría del tiempo lo viviera de lejos, como una película, y de repente me diera cuenta de que la ausencia es real. Soy incapaz de explicarlo. No quiero dar a entender que no soy consciente de mis embarazos y de mis pérdidas. Imagino que quienes habéis pasado por ello lo comprendéis perfectamente: ese bofetón que te da en la cara cuando menos te lo esperas.

Ese paso atrás, tan temido y tan necesario.