dissabte, 29 de juny del 2013

Taller de duelo perinatal

Hace un par de semanas tuve la gran suerte de ser invitada a un taller de duelo perinatal para personal sanitario. Lo impartían dos matronas: Cristina Triviño y Beatriz Martín. Simplemente: me encantó. 

Fueron cinco horas intensas, mágicas y emocionantes, sanadoras. No voy a contar aquí muchas de las cosas que allí se hablaron, especialmente las que hacen referencia a historias de madres y padres y sus bebés que se fueron demasiado pronto. Pero si me gustaría compartir cómo lo viví.

Para empezar, es una alegría enorme que se ofrezca este tipo de formación para los profesionales sanitarios. ¡Hace tanta falta! No podemos depender de las habilidades sociales que tenga la persona que nos atiende, de su sensibilidad, su empatía... Es necesario que matronas, ginecólog@s, enfermeras, celadores... se formen para saber acompañar a una familia que acaba de perder a su hijo, hija, hijos o hijas.

El contenido me pareció muy adecuado, aunque cinco horas únicamente te dan la oportunidad de hacerte una idea de lo que es el duelo y qué necesitamos las familias que nos enfrentamos a ello. Pero me gusta pensar en positivo y creo que estos son los primeros pasos de lo que está por llegar. 

Quiero agradecer enormemente a Cristina y Beatriz que contaran conmigo, que me permitieran intervenir tanto, que fueran tan sensibles y respetuosas, que se dediquen a poner voz a los padres, madres y sus bebés. Agradezco que cuenten con la presencia de una madre que ha vivido la experiencia, que cuente su historia real, con palabras y gestos reales, con bebé reales, con su propio nombre... Es necesario para conocer la pérdida desde el punto de vista de la familia. También agradezco a las asistentes que quisieran dedicar parte de su tiempo a saber, a conocer, a formarse, para poder acompañar mejor.

Para mí fue muy importante acudir como mamá de Júlia y Aina, me ayudó a darles más identidad, si cabe. Me sentí escuchada, arropada, entendida... Pude también escuchar y entender desde otro punto de vista. Me ayudó a ver la parte más humana de las profesionales sanitarias y ha hecho crecer la confianza hacia ellas y ellos. Es muy importante para mí a la hora de enfrentarme a un nuevo embarazo. 

Agradezco las muestras de cariño recibidas, las personas que se acercaron a darme las gracias, que se quedaron al final para hacerme más preguntas, que querían conocer aún más... Aunque yo no tenga la respuesta a todo, sólo tengo mi experiencia, mi duelo, mi vida y lo aprendido con las mamás del rinconcito. Cada pérdida  y la manera de enfrentarse a ella, es un mundo.

Recibí mucho. Fue además muy importante en lo personal, porque me reencontré con personas que estuvieron presentes en mis dos pérdidas. Me sorprendió que me reconocieran. Lo que pasó me lo quedo para mí, pero fue realmente mágico. Tuve la oportunidad de agradecer, de perdonar, de abrazar, de emocionarme...

Me siento orgullosa de mí y de mis hijas por todo lo que me han enseñado. Pude ser consciente de lo elaborado que tengo el duelo y como he integrado todo lo vivido. Forma parte de mí, de mi vida, ya no duele. Soy capaz de hablar de ello con total entereza, con naturalidad, desde el amor por Júlia y Aina. Miro hacia atrás y me sorprendo al ver el gran camino que he hecho. 

Esta experiencia ha sido un gran regalo totalmente inesperado de mis hijas. La vida no deja de sorprenderme. Y me gusta.

No dejo de sentirme afortunada y se lo debo a ellas, a mis pequeñas florecitas.

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