diumenge, 6 de gener del 2013

No llores

¿Alguien ha pronunciado esta frase alguna vez? Es complicado no hacerlo, lo sé. Hay una fuerza mayor que nos impulsa a decir "no llores". La hemos oído desde la infancia y, claro, se queda grabada en la mente y sale a la menor ocasión.

Yo no me salvo, no os creáis. Aunque tengo que decir que en mi trabajo aprendí a hacerlo de otra manera. Los niñ@s te enseñan tanto...

Cuando alguna persona (adulto o niño) llora en nuestra presencia le soltamos la frase. Así, cuando la persona deja de llorar (los niñ@s suelen tardar más, son más sabi@s) aprovechamos para darle nuestro mejor consejo, visto desde fuera (¡claro!) y así nos sentimos útiles. Incluso intentamos distraer, cambiar el tema y así ya estamos completamente satisfech@s: hemos conseguido hacerle sentir mejor.

Pero realmente, cuando pronunciamos estas palabras, estamos dando a entender que no validamos los sentimientos de la otra persona, que no tiene motivo para llorar, que no tiene que sentirse así. Le estamos diciendo que no queremos afrontar aquello que le pasa.

La realidad es que no sabemos acompañarla como necesita, que su llanto nos hace sentir impotentes, que nos hace sentir mal a nosotr@s por no saber resolver la situación.

Tendríamos que aprender a actuar menos y escuchar más. Por muy buena intención que tengamos, la única manera de ayudar de verdad es dejar que la otra persona exprese lo que siente. Las lágrimas dicen lo que las palabras no saben explicar.

Así que empecemos a cambiar la dichosa frasecita por "llora cuánto necesites". Os aseguro que es mucho mejor. Os lo digo yo, que tengo un máster en llanto. En llanto propio, me refiero. Para saber acompañar aún me queda camino...

Hoy, por ejemplo, hemos ido a visitar el mar de Júlia y Aina (ya se ha convertido en su mar). Quería estar un rato allí y sentirlas algo más cerca (cosas de mamás). Tenía intención de "hablar" con ellas, pero la verdad es que sólo han salido lágrimas. Ha sido un llanto tranquilo, lleno de tristeza, añoranza y amor. Pero lo he recibido como algo natural, necesario. He aceptado que así lo sentía y lo he dejado fluir. ¡Cuánto pueden sanar las lágrimas!

El papá ha sabido acompañarme tan bien... A mi lado, en silencio, con una mano en mi pierna, dándome tiempo, dejándome soltar... Un precioso momento de pareja que tanta falta nos hace.

Después ha llegado la paz y el resto del día ha sido muy bueno. Quizás porque he dejado todo el dolor de hoy allí en la playa. Algún día volverá, pero ya sé cómo afrontarlo.

Acabando de escribir esta entrada me llega un mensaje desde SUA que no podía ser más apropiado (Gracias, M. Àngels). Es una cita de Cristina Romero, en su libro Una rEVOLución en la escuela. Despertando al dragón dormido:

"EL LLANTO: ese gran mecanismo humano de reequilibrio interno que hemos desprestigiado y reprimido social y culturalmente pero que es un gran patrimonio de la humanidad". 

Después de esto, sólo tengo una cosa que añadir: "llora cuánto necesites".

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada