dimarts, 27 de març del 2012

El porqué de los recuerdos

Seguro que alguien se lo ha planteado alguna vez: ¿Por qué necesito recordar tanto a mis hijas?

Pongo el ejemplo de mi abuela. Hace ya años que nos dejó. Al principio, después de su partida, hablábamos mucho de ella con la familia, recordando momentos que vivimos juntos. Llorábamos y sonreíamos recordando situaciones pasadas. Aún hoy, en alguna comida o reunión familiar, recordamos algunas anécdotas. Aunque nos emocionemos pensando en ella, no nos hace venirnos abajo, al contrario, nos hace sentirnos más unidos, incluso reímos a carcajadas con las ocurrencias que tenía.

Pero con mis hijas es diferente. Nadie las ha conocido, no sabemos cómo era su carácter, qué les haría sonreír, qué les haría llorar... He sido yo quién ha vivido más momentos con ellas, mientras estaban en mi vientre. Por ello necesito acumular recuerdos suyos y compartirlos con los demás: los movimientos, las ecografías, una canción, las cositas que guardaba para ellas, aquel regalito que le compró tal persona... Porque necesito algo a lo que aferrarme, algo por lo que llorar, pero también algo por lo que reír con el tiempo. Es mucho mejor si estoy acompañada por personas que también las quieren.

Si a todo el mundo le parece "normal" (¡que palabra más fea!) que siga hablando de mi abuela, ¿por qué tengo que olvidar a mis hijas?

Recordar a mis niñas, como pasa con mi abuela, no significa que no quiera salir de la espiral del sufrimiento. Simplemente es una manera de rendirles homenaje, de decirles os he querido y os sigo queriendo, me acuerdo de vosotras y os echo de menos, pero sigo con mi vida.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada